Galería Playing Bahia Yemanja

Salvador de Bahía, Brasil 2016

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® David Saxe

 

Como la mayoría de la gente, tenía probablemente algunos vagos preconceptos de las imágenes y de las personas que conocería durante mis diez días en Bahía. Sin embargo no estaba totalmente preparado para la gran cantidad de maravillosas experiencias que me esperaban. Siempre me han gustado las sorpresas y este taller con Ernesto ciertamente no me decepcionó.

De las muchas buenas personas que nos encontramos en estos maravillosos, pequeños, alejados pueblos rurales, a las ceremonias Yemanjá en la que estuvimos inmersos, hasta a las críticas nítidas, honestas acerca de nuestro trabajo de Ernesto, fue verdaderamente una experiencia mágica, nunca aburrida y predecible. Poco a poco, con el paso del tiempo, sumergiéndonos más y más con nuestros sujetos, andando donde nuestro corazón y nuestro espíritu nos llevó, y desplazándonos juntos con los momentos, como si estuviéramos en un sueño lento o en un río perezoso que serpentea yendo y yendo hacia adelante – y sólo logré despertar cuando me embarqué en mi vuelo de regreso a Miami. David Saxe

 



 

 

® Mike Holderness

 

El tiempo es una cosa sorprendente y parece increíble que hemos sido capaces de hacer tanto en un taller de solamente diez días. De Salvador y la sobrecarga sensorial del mercado de San Joaquín; a vadear a través de las olas en el paraíso de Itaparica; hasta las peleas de gallos y los quilombos de Cachoeira. Todo esto con el redoble de tambores, procesiones y ceremonias dedicadas a Yemanjá que fluían como un río espiritual. Que hemos sido capaces de vivir todo eso fue debido obviamente a Ernesto; sin su energía, su conocimiento y su liderazgo no habríamos sido capaces de ver una fracción de estas cosas únicas y maravillosas.

El tiempo es también una cosa preciosa y la manera en que Ernesto cuida de sus estudiantes con paciencia, calidez, aliento y humor es testimonio de la generosidad de espíritu y la dedicación incansable de nuestro inspirador “profesor”. Por supuesto, todos los estudiantes de Ernesto, cuando se inscriben en unas de las aventura de la BPW, son conscientes no sólo de tener un maravilloso maestro, sino también se encuentran con un conductor, un traductor, un fixer, un guía, una autoridad de la gastronomía local y, sobre todo, un amigo.

El nuestro era un grupo pequeño; sólo yo, David, un compañero que también estaba en su primera experiencia, y un estudiante de toda la vida, Romain. Gracias chicos por haber sido de gran compañía, he aprendido mucho hablando con ustedes y mirando sus imágenes.
La forma en la cual Ernesto se refiere cariñosamente a sus alumnos de talleres anteriores te deja la sensación de que has pasado a formar parte de una gran familia de fotógrafos que, aunque dispersa por todo el mundo y que tal vez nunca encontrarás, siempre tendrás la sensación, a través de la experiencia vivida con Ernesto Bazán, de estar conectado con todos ellos.

Por lo que concierne a mi trabajo fotográfico, el término que viene a la mente del taller es “dolores crecientes.” Ernesto siempre es honesto, no es condescendiente, es constructivo y útil en sus críticas y la única respuesta adecuada a todo esto es su trabajo duro y su perseverancia. Y poco a poco, todos los días, por cada oportunidad perdida y cada elemento de distracción decepcionante sabía que estaba comprendiendo más, sintiendo de manera más profunda y siendo más exigente conmigo mismo. Ernesto nos inspira a elevar nuestra «vara fotográfica” y nos anima a seguir creciendo y a tomar mejores fotografías – y creo que todo eso va a permanecer dentro de mí por mucho tiempo. Desde luego entiendo porque tantos estudiantes de Ernesto se esfuerzan para continuar a seguir aprendiendo, me parece que es lo más natural del mundo y estoy seguro de que estaré de vuelta. Mike Holderness

 



 

® Romain Fournier

 

Este viaje tan esperado a Bahía fue un auténtico lujo. Después de pasar un año sin tomar fotos, me sentía inquieto y también oxidado y necesité un poco de tiempo para estar en sintonía. Cuando me sentí más a gusto, con la gente y con mi cámara, tuve problemas con las malas condiciones de luz. Al final, las fotos que más recuerdo, y me siento muy orgulloso en decirlo, son aquellas que no fui capaz de sacar. Ver la estatua de Yemanjá ser tragada por el agua en la noche valió la pena todo mi viaje. Me sentí muy privilegiado de haber vivido este momento de gracia. Sólo esta situación hace que quiera volver el próximo año. Ernesto, un Grand Merci por compartir tu maqueta sobre tu familia. Un cuerpo de trabajo que nadie más, sólo tú, hubieras podido lograr de la manera en que lo hiciste. No hay necesidad de decir más. A bientôt. Ciao, Romain Fournier

 


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