Bolinhos Social Club
Salvador de Bahía, Brasil 2014
La primera vez en mucho tiempo que imparto un taller a cinco alumnos que nunca han estudiado conmigo. Lo acepto como una señal especial y, como siempre, viajo desde muy lejos hasta Bahía para reunirme con ellos con la esperanza de ayudarles a entender mejor, en tan sólo 10 días, el significado simple y sagrado que está detrás de cada imagen empapada con alma.
Después de los primeros días donde fotografiando se encaran con muchas dificultades, comenzamos a hablar el mismo “idioma”.
Comparto con ellos mis pequeños microcosmos de vida que he encontrado poco a poco con la ayuda de algunas familias muy especiales y la belleza de la naturaleza aquí en Bahía.
Casi por arte de magia nos encontramos con Arnaldo que sigue viviendo solo con sus animales en la granja; nos reunimos con María Cristina y logramos, esta vez, conocer su hija adoptiva; pasamos toda una tarde con la radiante Agripina y su familia recogiendo hojas de tabaco. Cuando me entrega un tabaco hecho especialmente para mí, mi mente vuelve a mi pasado. Cierro los ojos y regreso a la isla donde pasé catorce años inolvidables de mi vida.
Comparto mi trilogía cubana terminada recientemente y les pido que reflexionen sobre el significado de haber necesitado 22 años de mi vida para lograrla.
Me miran con incredulidad, tratando de entender el significado de todo este tiempo.
Poco a poco, Erika Francesco, Julia, Linda y Marco comienzan a sintonizarse con la realidad circundante, empiezan a entender el simple principio de que la poesía está en todas partes; sólo tenemos que encontrar dentro de nosotros mismos la sensibilidad para descubrirla frente a nuestros ojos.
Como de costumbre la mayoría de las imágenes no van más allá, pero les explico que es parte del proceso. Señalo que tenemos que ser una parte orgánica de nuestras imágenes para revelar la poesía que llevamos dentro de nosotros. Les digo que tenemos que tomar fotografías que combinen las cualidades inmanentes a la persona, objeto, paisaje fotografiado y, al mismo tiempo, ser capaces de trascender el sujeto mismo y revelar su esencia.
A medida que los días pasan un sentimiento de solidaridad comienza a emerger entre todos nosotros. Lo puedo ver en sus imágenes, en la forma en que compartimos nuestros maravillosos sencillos platos de la deliciosa cocina Bahiana y la maravillosa caipiriñas preparadas con tanta gracia por nuestro dulce Rubén que cada noche, llamándome profesor, toma la orden de la preciosa bebida.
Mientras bebemos caipirinhas, comemos bolinhos de bacalau (bolas fritas de bacalao) y editamos su trabajo entendemos lo que va a ser el nombre del grupo. Os dejo con las hermosas imágenes tomadas por el grupo Bolinhos Social Club.
Muchos recuerdos maravillosos permanecerán en mi interior. Me alegro de que llevamos varias fotos a las familias que tan amablemente y generosamente nos permitieron entrar en su vida. Es una cosa preciosa. Lo sigo repitiendo a mí mismo. EB
