De Cajon
New York, USA 2010
También este año tuve el privilegio de recibir a mis estudiantes en mi lugar, en Brooklyn. Lo especial fue que los cinco fueron mis alumnos por primera vez. Como profesor, lo más difícil es hacerles entender que no es fácil capturar la esencia del momento que acontece delante de nuestros ojos por una fracción de segundo. Los primeros días de edición tuve que hacer hincapié en los errores que cometían. Mientras hablaba sentía, al mirar sus rostros, que mis palabras no eran del todo comprendidas. Empezamos a analizar sus imágenes con más atención para intentar romper el molde casi hecho de fábrica que cada uno de ellos llevaba consigo. Paradójicamente, los estudiantes que al principio fueron menos receptivos con mis palabras fueron los dos estudiantes que eran fotógrafos profesionales. La idea de ir por las calles de Nueva York teniendo todo el día a su disposición sin tener un tema o comisión específica los estaba volviendo locos. Uno de ellos me confesó que tenía miedo de fotografiar a la gente. Sonreí y le dije que solo fotografiara a la gente con la que se sintiera cómodo. Les expliqué también que debían cambiar su actitud mental: en vez de ir casi desesperádamente tras algo, les pedí que apreciaran cada instante de estos 10 días juntos, aunque a veces las imágenes no aparecieran.
Lentamente, Benjamin, Juliann, Karen, Marlaine y Pablo empezaron a entender lo que quise decir y sus imágenes comenzaron a tener una nueva energía: estaban fotografiando momentos. El gran salto que dio cada uno de ellos me dejó sin palabras. Al final de cada curso siempre digo a mis estudiantes que miren las imágenes de su portafolio que tomaron antes de su taller y las comparen con las nuevas tomadas aquí. También esta vez, las nuevas fotografías fueron elocuentes.
EB