Galería Batman

Salvador de Bahia, Brazil 2009

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® Cynthia Johnston

Gracias por esperar pacientemente mis comentarios. Tardaron en venir porque no encontraba las exactas palabras para decir lo que el taller de Salvador ha significado para mí. Me siento muy afortunada por los recuerdos tan bonitos y los momentos fotográficos que aún me conmueven hasta la lágrimas de gratitud por haber sido premiada de trabajar contigo, Santiago y Sebastián.
Es difícil creer que todo lo que vimos y vivimos sólo sucedió en diez días; el tiempo parece dilatarse en Brasil. Todavía no estoy lista para “desempacar” la experiencia en mi mente por miedo a que desaparezca la misteriosa magia que la rodea.
No, protegeré esos momentos y los saborearé por un tiempo más pues son sagrados para mí y los quiero guardar por un buen rato. Pero puedo compartir algunas de las impresiones que siguen reapareciendo en mi mente. Particularmente mágica fue esa tarde en el ex campamento de los “sin tierra” en la que la luz dorada del atardecer brillaba a través de las ramas bajas de los árboles pintando toda la escena de color sepia.
O de esa mañana en el pueblo costero en que esperábamos ver llegar botes artesanales con arquetípicas siluetas de pescadores en el lejano horizonte, y peces contorneándose en las redes que eran recogidas por bronceadas manos, con el sol de fondo.
O nuestro temerario líder parando el auto para dejarnos saltar fuera de éste y fotografiar una procesión encabezada por bellos bailarines, bendiciendo a los espectadores con agua de flores llevada en urnas que cargaban encima sus cabezas. Muchos momentos de ensueño y cada uno de ellos un privilegio.
Bueno, eso es. Sólo quiero agradecerte por una de las mejores experiencias de mi vida; realmente lo siento así. Y también quiero decir que me impresiona lo duro que trabajas para buscar eventos y locaciones para tus estudiantes – no lo tomo “por sentado”.
Tu éxito no es un accidente; tú eres el fotógrafo más esforzado y trabajador que hay. Definitivamente volveré en el 2010 y pienso en el de Itaparica en agosto o en el de diciembre en Salvador, otra vez. Te deseo a ti y a tu familia absolutamente lo mejor en el 2010. Mucho respeto y amor de estudiante,

Cynthia Johnston

 

 

 



® Santi Serrano

 

Cuando llegué al taller no tenía idea de cómo sería. Sólo imaginé que tomaría fotos y que las editaría con Ernesto y los otros estudiantes. Fue mucho más que eso: fue una experiencia increíble. Aprendí muchísimo de Ernesto, sobre su fotografía y también de él como persona. Ha sido una experiencia inolvidable.
Ernesto tiene la clara habilidad de entender lo que funciona y lo que no en una fotografía. Su forma directa y paciente de explicar los errores de cada foto ayuda mucho, haciendo de cada sesión de edición un espacio de permanente crecimiento.
Los comentarios de Sebas y Cynthia fueron también de bastante ayuda. Gracias Ernesto por tu ayuda constante, y gracias Israel por la felicidad que nos diste cada día. Este ha sido el primer paso, creo que ahora empiezo a ver cosas…
Santi Serrano

 

 



® Sebastian Liste

Es cierto que no hay nada mejor que una idea a la que le ha llegado su momento. Anhelé los talleres de Ernesto durante casi cuatro años y en su amada Salvador se me dio la oportunidad. Todo fue maravilloso. Fue muy especial compartir esos días con Ernesto como maestro, Cynthia y Santiago como estudiantes, Israel como amigo íntimo dispuesto a solucionar cualquier situación y con la cálida gente de Salvador de Bahía que me hizo sentir como en casa.
Después de unos días intensos he aprendido a observar con todos mis sentidos y a sentir cómo el corazón late con más fuerza cuando todos los elementos de una imagen se conjugan y funcionan a la perfección. Con sus amables y profundos consejos, Ernesto siempre es capaz de hacernos salir de esa fantasmagoría de imágenes que nos rodean hoy en día y trascender el acto, el momento fotográfico en la búsqueda constante de imágenes intensas y significativas, donde cada imagen posee fuerza propia, como forma y como contenido. Nunca es fácil elegir entre todas las posibilidades que se nos presentan, mientras la vida fluye, nosotros captábamos aquel acto irrepetible, aquella conjunción de todas las metáforas posibles que se esconden en la vida cotidiana.
Desde el primer día de taller me sentí parte de esa ciudad-mundo que es Salvador, microcosmos de todas las contradicciones y de la belleza que vive América Latina. Vibré junto a su gente, tomé mis mejores imágenes hasta el momento y intenté romper el vidrio que puede separar a un viajero o a un “paracaidista”, como dice Ernesto, de la gente con la que se encuentra. Este esfuerzo me permitió adentrarme con fuerza en el latir que fluye en los detalles cotidianos de estas gentes y que recuerdo vivamente aún en la distancia, como si me embriagara un profundo sentido de pertenencia con estas tierras.
Con Ernesto aprendí realmente a ver el tiempo como una dimensión cualitativa. Es en este momento cuando el tiempo deja de fluir y te sientes parte del entorno, entonces lo único que importa es volver al lugar y trascender esas miradas que encontraste. Quizás por esta razón volveré a Salvador el próximo enero, en compañía de Ernesto y de esa ciudad hermosa que imagina un futuro incierto mientras su corazón late a ritmo africano.

Sebastian Liste

 


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