Galería The Disturbing Element
Salvador de Bahía, Brasil 2006
® Cynthia Johnson
“Fiestas móviles” y “ sueños que caminan” son las únicas frases que se acercan a la descripción del delicioso estado de sobre excitación que puede sobrecoger un visitador… “momentos” por todas partes”
La primera parada, el mercado…callejones de hombres empujando las carretas de todo tipo cargadas de limas, plátanos, ajís, maíz, naranjas volantes mientras tu pasas delante de una tarima que vende cerámicas.
Playeras, estatuas de diablesas cerca da madonnas rutilantes, el incienso se esparce en el aire. Un poco más adelante está una pequeña tienda que vende patas, ojos (con pestañas y cejas) de toros, aletas plateadas y tentáculos están a 12 centímetro a la izquierda y un anciano señor suspendido con su puro y su “cafezinho” en una pequeña mesa por la derecha. Un poco más tarde camino al lado de algunas tarimas de pollos de todos los colores, palomas y cabras. Durante nuestra tercera visita, pongo una expresión solitaria en mi rostro, de muchacha triste y encuentro la valentía de pedirle: “Señor de las cabras” le puedo sacar una foto. De los tonos duros que caen de su boca, todo lo que entiende en su blasfemia es “basta”. Se queda resoluto.
Otra parada, en dirección de una aldea de pescadores, sueño de un fotógrafo…en la tarde, estamos dentro de una casa de un desconocido reparándonos de un aguacero que parece haberse acercado al pueblo de la nada. O, en otro verdadero momento de sueño-desvelo, te puedes encontrar con el cruzar la mirada de una gitana. No es buena educación fijar la vista, pero no logro hacerlo. La realidad parece irreal como cuando el grupo se encuentra en una mujer consagrando su primer año de matrimonio con los dioses. Todos la seguimos porque es una reina moderna, una reina oricha vestida con ropa de encaje blanca, seguida por sus asistentes que la ayudan a cargar las flores. A quien se le ofrecen estos mazos no lo podemos entender. Con mucha gracia nos permite una metrallada de fotos mientras pide a Dios de bendecir y amparar esto artistas locos delante de ella.
Si todo esto no fuera suficiente, estaba Ernesto en persona. Nunca paró por un momento de trabajar para nosotros durante el taller; estaba siempre en la búsqueda de otras posibilidades fotográficas y de lugares que nos podían revelar momentos mágicos. Nunca aguanta su “verdad”, pero siempre la dice con compasión de manera tal que nos ayuda a buscar nuestra verdad. Ernesto gracias de corazón, volveré! Cynthia Johnston
® Giorgio Negro
Que fiesta! Y que alegría! Un calor humano que lo puedes tocar a cada rato, dondequiera que sea. Así es Brasil. Y así es fotografiar en Brasil. Sin embargo, Brasil no es un país fácil. A cada esquina, en cada restaurante, en los buses o por las playas, la pobreza persigue al turista (y al fotógrafo …) para recordarle que aquí son muchos los que nacieron del lado equivocado de aquella barrera que una sociedad implacable erigió entre pobres y ricos, afortunados y desheredados.
No, no es un país fácil Brasil. Pero nadie se negará a regalarte una sonrisa, ni un poco de alegría, melancólica o alegre que sea, ni una amistad, que durará una hora o una vida entera, así como tu lo querrás.
Un país maravilloso, para volver a fotografiarlo, hasta las lagrimas, y no olvidarlo nunca. Giorgio Negro
® Jonathan Chapman
Caminando cada mañana me daba cuenta que había abundantes “momentos”.
Logramos mirar bajo la superficie y nos inmergimos rápidamente dentro de la vida de la linda gente de Salvador, Brasil. La gente – la mayoría pobre – era rica de energía y espíritu de una manera que no era solamente contagiosa, si no también era sorprendente ser testigo con mi cámara. Con un background en fotografía documental y ahora trabajando como fotógrafo comercial – me he encontrado últimamente a ocuparme de “cachet creativos” más bien que de la creatividad de capturar imagines.
He venido al taller para reencender lo que originariamente había encendido mi interés en la fotografía. Ernesto no solamente volvió a encender mi interés, me alientò a mirar mis imágenes más críticamente, haciéndome entender que cada elemento tiene que tener una razón de ser. Imágenes que inicialmente me gustaban venían eliminadas inmediatamente. En lugar de enojarme, aceptaba con una buena disposición el desafío a continuar a trabajar – encarándome más críticamente cada situación.
Es muy difícil capturar un “momento” verdadero – uno que no se sienta forzado o en el cual el sujeto no sea demasiado conciente de la presencia del fotógrafo. Dejo el taller queriendo mucho más de mis fotografías – mucho más de mi experiencia como fotógrafo – y por esto estoy agradecido.
Gracias Ernesto para compartir tu pasión y tu esmero en la búsqueda del “momento”. Tu integridad y tu paciencia son contagiosas y es obvio que el regreso de los estudiantes a tus talleres tiene que ver con que tu nos da mucho más que una simple oportunidad de fotografiar en un lugar interesante. Gracias también a mis compañeros – fuimos una gran familia por diez días. Espero verlos todos nuevamente – definitivamente regresaré. Jonathan Chapman
® Marc Berry
Una vez más los vientos de la experiencia han soplado dentro de mi lente. Mientras el sol de Salvador me acordaba donde estaba, podía sentir el sudor de la excitación y de la aprensión. Una vez más, Ernesto me ayudó a “ver” en una nueva manera.
A cada revisión de las imágenes, me sentía un paso más cercano a la comprensión del misterio fotográfico.
De regreso a Nueva York, Salvador parecia estar en otro mundo. Puedo aún sentir el sol golpearme y el olor del río donde yo anduve hace solamente dos semanas.
Mientras reflexiono acerca de las fotos, puedo ver la progresión de las jornadas y de mi trabajo; de los rostros que se quedan mirándome y puedo escuchar aún su risa.
De todas las experiencias que he tenido y de los lugares que he visitado, Salvador ha sido unos de los lugares llave de mi vida. Quiero agradecerle a Ernesto y a su amor por la búsqueda del “momento” fotográfico. Las dos cosas han contribuido a suportar mi creatividad. Marc Berry
® Michel Oliva
Cada taller es para mi como una puerta que se abre hacia un “sentir” mucho más sutil de lo que es únicamente la fotografía. Ernesto no nos enseña cosa debemos mirar si no como ver. La fuerza de la visión que el tiene de este arte es tal que se repercute en el corazón de ellos que están en la búsqueda de la belleza. Michele Oliva