Ole’
El Campo, Cuba 2005
Mi primer taller “privado” aquí en Cuba no podía haber sido una experiencia mejor.
He tenido el placer de tener dos de mis mejores estudiantes (Bárbara y Landon, madre e hijo), que finalmente seguían un taller juntos habiendo traído consigo dos amigas fotógrafas. Desde el comienzo hubo una atmósfera muy familiar.
Tengo lindos recuerdos de esta lindísima semana transcurrida en el increíble campo cubano. Después de cada día de intenso fotografiar, por la noche nos reuníamos a mirar las fotos digitales sacadas por Nancy y Sylvia.
Era conmovedor ver cómo mis consejos eran puesto en practica diariamente. Abstrusos conceptos como incorporar elementos secundarios, combinar diferentes capas dentro de una foto, captar la esencia de un momento, devenían aparentes en sus imágenes.
Con ellos compartí a mis amigos campesinos, sus vidas, la mía con la misma pasión de siempre. Vivimos unos días inolvidables y fue muy difícil irse.
De vuelta en La Habana, durante nuestras largas sesiones de edición, hablamos mucho de la importancia de ponerse filtros delante de los ojos cuando se visita un país extranjero para evitar sacar fotos banales y aburridas.
Durante el edición de los rollos de Bárbara (más de ochenta), había seleccionadas solamente dos fotos de todas aquellas sacadas en el campo. Bárbara estaba deprimida. Le di el aliento para salir afuera a las mágicas calles de La Habana para poner en practica la lección aprendida. Regresó con unas fotos lindísimas. Landon siguió profundizando su interesante búsqueda personal aquí en Cuba (era su segundo taller en menos de un año). Nancy y Sylvia aceptaron el desafío de la fotografía callejera y tomaron fotografías a color personales y llenas de sensibilidad.
Con Bárbara ya estamos hablando del próximo taller cubano para el año que viene. EB