Chasing Llamas
Cuzco, Perú 2012
La sensación de regresar al Cuzco por el onceno taller consecutivo siempre me llena de alegría porque adoro estas tierras y esta gente. Pero este año junto con mis estudiantes, Barbara que venía por primera vez y Chad y Willard dos veteranos de este taller, compartimos un nuevo regocijo en sentir que haber vuelto por estos lares era sencillamente el comienzo de nuestro trabajo: once años se convirtieron en pocos instantes. Si hizo evidente que este taller representaba el comienzo de una nueva búsqueda aún más profunda y que la única cosa importante era recomenzar a fotografiar con renovado entusiasmo.
Últimamente, todos mis talleres están viviendo esta nueva fase de renovación y de nuevas y fascinantes exploraciones en zonas siempre más remotas: cada taller e en Brasil, Perú y México se tornan el comienzo de este proceso de profundización.
Las palabras del comentario de mi querido Chad, que regresaba a Perú junto a mi por tercera vez, vuelven a mi mente:” Pensé que con esto ultimo viaje iba a completar mi trabajo…Saque’ más fotos interesantes en este viaje que en los otros tres juntos y a pesar de esto siento que estas nuevas imágenes son inadecuadas para contar la historia. Entonces, si Dios querrá, regresaré el próximo año.”
Por primera vez decidí manejar el auto que nos llevó arriba de los cuatro mil metros y a veces rozamos los cinco mil. Nuestra tarea oficial era buscar llamas pastando libremente en las alturas infinitas.
Pero subiendo un nuevo universo se ovillaba lentamente delante de nuestros ojos. Además de los extraordinarios llamas con su porte real y sus miradas humanas encontramos paisajes extraordinarios donde las nubes y la neblina se mezclaban entre si acariciando las montañas que asumían nuevas formas.
Pequeñas pastoras con rostro de Madona nos miraban con ojos sorprendidos en el ver estos locos fotógrafos sacando fotos de las ovejas las cuales tenían una mirada aún más sorprendidas de esta intrusión. Mientras deambulábamos en estas tierras extraordinarias sentíamos un profundo sentido de libertad.
Un día, de repente, comenzó a llover fuerte. El parabrisas estaba lleno de gotas de lluvia que lentamente mudaban forma. Yo estaba al volante. Chad estaba sentado a mi derecha. Juntos habíamos empezado a percibir la belleza de esta colcha de gotas desde las cual se entreveían paisajes cargados de nubes grises tendiente al negro. Decidí de no usar los limpiaparabrisas para poder seguir gustando este juego de formas cambiantes. Procedíamos muy despacio y casi por juego agarré mi cámara con una mano y empecé a disparar. Delante de nosotros una mujer y dos hombres estaban removiendo unas piedras a cincuenta metros de nosotros. La lluvia seguía cayendo. Paré el carro y empezamos a disparar. Barbara y Willard sentadas atrás intuyeron que tenían que bajar para aprovechar de la situación. Bajo la lluvia abundante y fina comenzaron a disparar. Chad y yo quedamos dentro del vehículo y seguimos fotografiando desde dentro hacia fuera. Un muchacho comenzó a correr hacia la orilla de la carretera. Después, de repente me encontré un grillo minúsculo arriba del tablero.
No lograba creer en mis ojos mientras él de vez en cuando continuaba a dar brincos.
Enfoqué el grillo pero asegurando que tenía suficiente profundidad para poder tener enfocado también el parabrisas y la gente afuera manipulando sus instrumentos. La lluvia se acabó y el pequeño grillo aprovechó para dar un brinco fuera de la ventana. Espero que en aquellos pocos segundos que el grillo nos hizo feliz con su presencia haya salido algo bueno.
Han pasado unos meses de esta experiencia. Después de la selección de las lindas fotos de Barbara y Chad entre las cuales una extraordinaria de aquella tarde bajo la lluvia, recién me han llegado las sutiles e intimas fotos de Willard. Volver a mirar todas sus imágenes le da mucho deleite a mis ojos porque se cuantos esfuerzos, cuantos sacrificios, cuantas subidas casi sin aliento necesitábamos para poder tener un puñado de fotos, pero son imágenes que también nos hicieron reír, emocionar, sobresaltar. Son fotografías que se quedarán por mucho tiempo, quizá para siempre, dentro de nosotros. Son fotos de lluvia, de nubes, de montañas, de animales, de campesinos, de fiestas, de fe, de raíces, de amor. Son fotos sencillas. Son fotos llenas de vida. EB