Only One Oaxaca
Oaxaca, México 2020
Estamos en pleno COVID. La enfermedad me ha dejado sin trabajo, fronteras cerradas, estudiantes enfermos y con miedo. Uno de los momentos más duros de mi vida!
Breve intercambio de llamadas telefónicas con mi Eleguà: Francesco Pavia que vive en Turín. Me dice que quiere venir a Oaxaca, que ya no aguanta quedarse dentro de la casa. Como siempre he hecho, acepto dar el taller aunque sea con un solo alumno: Solo Uno será el nombre del grupo.
Se lo digo a Pietro que sin pensarlo mucho me dice que me acompañara’ a Oaxaca para no dejarme manejar solo. Mi ángel me ofrece este gesto de amor que viene directamente del Cielo: una especie de orden al cual responde con todo el amor de un hijo hacia su padre.
A la mañana siguiente con Pietro al volante de nuestra Honda CV, emprendemos el camino que, luego de más de seis horas de viaje por caminos sinuosos y panorámicos, nos lleva a Huautla en el ya mítico hotel Santa Julia.
Nos encontramos con Francesco en el hotel de siempre en Oaxaca el 25 de octubre de 2020: reina la felicidad! Es lindo volver a vernos después de tanto tiempo. Pasan los días y mientras Francesco y yo deambulamos entre los pueblos de los alrededores de Huautla siempre en busca de momentos fugaces llenos de poesía y espiritualidad, Pietro, después de desayunar juntos, estudia medicina en su habitación. Nos encontramos de nuevo por la noche cuando vamos a cenar juntos.
Un día nos encontramos con un funeral. Observamos que la pequeña columna avanza sin sacar fotos. Casi por arte de magia se me acerca un joven que simplemente me dice que si queremos podemos fotografiar el funeral de su hermano que murió joven por casualidad cuando se cayó de un camión que estaba descargando. Francesco y yo nos miramos a los ojos y comenzamos con mucha gracia y respeto a hacer nuestro trabajo. Al final del taller, cuando también he revelado e impreso mis rollos, me doy cuenta de que nos han salido unas fotos muy bonitas y tranquilas tanto de Francesco como de mí. El último día del taller bajamos al valle en coche. Almorzamos juntos en un pueblo cuyo nombre no recuerdo y luego de un largo abrazo con Francesco, Pietro y yo retomamos el camino a casa mientras él tomará un bus de regreso a Oaxaca. Felizmente a casa, agradezco profundamente al Cielo por este doble regalo. Abrazo con fuerza a Pietro que me sonríe maravillosamente. EB