Inflamable Lama

Cuzco, Perú 2007

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® Mina Navarrino

Este año inicié mi sexto taller en Cuzco un día antes para poder fotografiar una linda danza dentro de un cementerio. El año pasado alguien me había contado lo que había. Quedé fascinado y también sorprendido que después de haber estado ahí por 5 años seguidos era la primera vez que oía hablar de este baile. Seguramente esta nueva experiencia valió la pena. Recuerdo que mis estudiantes estaban feliz de haber comenzado el taller de esta manera Pero con el transcurrir de los días, otros momentos especiales aparecían. Fuimos invitados a un bautizo, convirtiéndonos en padrinos y madrinas de dos niños guapísimos y tuvimos que cortarle un mechón de pelo como parte de la tradición.

Un día o dos después llegó el momento de fotografiar una primera comunión, después nos invitaron a una boda fantástica en una comunidad rural perdida en los Andes, para no mencionar las increíbles procesiones que estábamos fotografiando casi diariamente.

Cada día dábamos la gracias por todas estas bendiciones y no tomábamos por sentado todo lo que nuestros ojos y nuestras cámaras veían.

Sacamos las ultimas fotos dentro de otro cementerio humilde y lindo. Algunos sepultureros estaban desenterrando huesos y calaveras para hacer espacio a los nuevos “huéspedes”. Uno de ellos recogió una calavera y casi por juego se la puso delante de su rostro. Trabajamos en silencio a su alrededor. Un perro pasó delante de un montón de huesos en búsqueda de comida. Intenté sacarle algunas fotos.

El año pasado en el mismo cementerio había fotografiado un funeral desgarrador de un hombre que se había muerto de repente dejando una familia numerosa. Recordaba como llegar a su casa y regresé para intentar ayudar la familia. La viuda había salido, pero dos muchachas me recibieron. La hija más grande que había visto llorar delante de la tumba del padre, me estaba sonriendo. Me abrazó y me dijo gracias papá. Todo se ovilló de una forma tan natural. Sentí que estar ahí era una buena razón para haber regresado al Perú.

Regresé al coche. Mientras nos alejábamos vimos una señora remontar lentamente una loma. El cielo estaba cargado de nubes amenazantes. Ella se detuvo cuando vio el coche. Los estudiantes sentados en los asientos traseros empezaron a tirar fotos desde el carro. Que espectáculo! Después de haber posado desde lejos por algunos segundos, retomò a caminar en búsqueda de su rebaño.

He aprendido a no tomar estos momentos como simples coincidencias. Sabia que cada instante tenia su razón de ser, que era parte de un plan más grande del cual, a veces, logramos ver pequeños pedazos. Algunas de las fotos producidas por los estudiantes de este grupo están entre las mejores que he visto en todos estos años Creo que les gustará echarle una mirada. EB

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