Agua para Nescafé

Tlacotalpan, México 2009

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® Chad Anderson

Estoy bastante emocionado de regresar a mi querido Tlacotalpan. Está tan cerca de Veracruz y tan lleno de vida y personalidad. Siempre que tengo a algún estudiante por segunda vez en el mismo taller me siento feliz, tanto por él como estudiante como por mí como maestro, porque sé que él o ella va a tomar mejores imágenes, más sutiles. Chad ha vuelto. Él sabe qué esperar, qué hacer. Puedo leer en su rostro que está feliz de haber regresado.

El pueblo sale poco a poco de su ensoñación mientras más visitantes llegan a honrar a la Virgen de la Candelaria. Percibimos ese estado contemplativo del pueblo mientras tomamos fotografías, luego de desayunar deliciosamente en el mercado, fotografiando aves que vuelan en manada al lado del río. Es un buen grupo de estudiantes.

Lo puedo sentir. Poco a poco se van conociendo más. Mientras las celebraciones van adquiriendo fuerza, nuestra experiencia fotográfica se vuelve más intensa y maratónica. Casi no dormimos. Los músicos han empezado su festival de tres días, también comenzó el desfile de caballos y el de Halloween, y los toros corren desbocados por todas partes, la muchedumbre escapa de ellos histéricamente sin dejar de provocarlos, de montarlos; el sacrificio de cerdos, las ceremonias religiosas dentro y fuera de la iglesia, todo contribuye al increíble pandemonio que inevitablemente se apodera del lugar.

Contamos nuestras historias durante el desayuno y la cena, miramos los archivos de la única estudiante que está usando el formato digital. Todos aprendemos algo de sus imágenes. Pronto llega el momento de volver a Veracruz para revelar los rollos de película de los demás y así continuar con la edición. Pero la diversión de fotografiar no termina aún.

Nos vamos camino a la capital del estado de Veracruz, la misteriosa Xalapa y otros bellos pueblos de los alrededores. Continuamos explorando. Nos topamos con un grupo de cortadores de caña. Nos dejan amablemente tomarles fotos durante su faena y su tiempo de descanso.
En las cenas, ya en Veracruz, en mi casa, Sissy y Silvia nos preparan platos deliciosos los cuales degustamos en los descansos que tomamos de nuestras sesiones de edición, luego de ver muchos de los rollos en color y en blanco y negro. Algunas buenas imágenes empiezan a aparecer.
La más feliz es Silvia: la principiante del grupo. Ella logró tomar sus mejores imágenes en los últimos días del taller. Le dije que aprendería tanto de mí como de sus compañeros, y que mejores imágenes saldrían si seguía nuestros consejos. Ella entendió completamente lo que quise decir.
Tan pronto terminamos la edición final nos dimos cuenta de que cada estudiante tuvo una forma muy personal y diferente de contar la experiencia que compartimos. Chad tiene muchas buenas imágenes que definitivamente poseen más profundidad que su trabajo anterior, Frank posó su mirada sensible también de una forma muy personal,5 logrando imágenes muy íntimas. Romain creó un bellísimo set de un Tlacotalpan muy único. El denominador común que las hace interesantes es que no sólo son fotografías de las celebraciones: retratan también su estado de ánimo. Y como decía líneas arriba, Silvia comprendió el gran saltó que dio comparando su trabajo con el portafolio de imágenes que trajo al taller el primer día. Lo que nunca dejará de sorprenderme es que haya tenido lugar, una vez más, ese milagro de lograr buenas fotografías.

Unas semanas después de éste taller tuve la oportunidad de ver finalmente mis hojas de contacto. Por primera vez en 5 años siento que algunas de mis imágenes están comenzando a capturar la esencia de esta celebración.

EB

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